miércoles, 1 de abril de 2009

En una estación de Metro




"Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro

y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos

y la perdieron para siempre entre la multitud

Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por la estaciones

y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles

Y quizás el amor no es más que eso:

Una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro

y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre"


Óscar Hahn- Poeta Chileno


En mi papelerío tan farragoso encontré este poema, lo tengo guardado porque fue parte de una de mis primeras y más significativas cátedras en la Universidad: "Métodos de Estudio".

Este no era un ramo de carrera, ni cátedra básica en lo que a las Ciencias Sociales respecta, pero resultó ser de suma importancia en mi formación académica. La profesora, la señora Irma Pavez, nos transportaba al realismo mágico puro, no sé por qué, quizás se debe a su carisma o a su calidad docente...

No recuerdo en totalidad el análisis que le dimos a este poema, pero de lo que si me acuerdo fue la interpretación que yo misma le dí.

No soy la persona más indicada para conceptualizar, menos un término tan amplio como es el amor (o es simple ¿?), debo reconocer que me he dejado impregnar al 100% por mi identidad en Cristo, o como dicen mis compañeros/as al canuteo mismo. Dios en las sagradas escrituras, se autodefine como AMOR: "El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor" (1Juan 4:8), y existen algunas características: "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue (...)" (1 Corintios 13:4-8b)

Sin embargo, estas verdades tan arraigadas en mi vida, no tienen mucho sentido en el medio donde me inserto. Vivimos una vida demasiado agitada que se caracteriza por el individualismo y la incomunicación, es poco el tiempo que se da para establecer relaciones sociales, ya sea de amistad o bien "amorosas". La búsqueda del placer individual gobierna el mundo intrapsquíco de las personas. Si se logran establecer relaciones interpersonales generalmente son por la propia conveniencia, el propio provecho. Es común ver a los jóvenes reunirse con un fin: "Tomar", ni no hay copete no hay carrete, por lo tanto si tu no tomai ¿no serví?, claaaaro podí tener un millón de temas de conversación, ser la persona más interesante del planeta, tener una camionada de virtudes anexas, pero nada de eso importa. Así mismo sucede con las relaciones amorosas - sé que todo entra por la vista-, pero ¿no era la observación un instrumento poco objetivo? ¿No era esto lo que despotenció al método?

Se sobrevalora lo externo y lo inmediato, cuando Dios nos dice que el amor es paciente, aquí eso no importa, si total existen estas citas a ciegas del chat, o los dating's - multicitas(o como se escriba). Este último tiempo, me he fijado un poco más de lo normal, en la vida de varios con los que me relaciono,y he sacado varias conclusiones. En ellos gobierna un vacio implacable, sus relaciones afectivas tienen base de arena o simplemente no cuentan con base alguna, y repiten una y otra vez este modelo de estación de metro, en donde se "enamoran" instantáneamente de una persona desconocida y se entregan sin mayor pudor, reciben a cambio la satisfacción de algún placer, pero sin embargo van generando vacíos y más vacíos que se hacen parte de su identidad.

Por eso cuando hablo de matrimonio, recibo un ¡puaj! instantáneo o un ¡¿Qué es eso, se come?! Está en el aire el temor al compromiso, el temor a conformar una familia, o quizás es el temor a fracasar. Por eso cuando intervenimos familias destruidas, con altos indices de maltrato doméstico, con drogadicción del subsistema parental, con deserción escolar, etc., me hago la pregunta: ¿es esto lo que quiere Dios para nosotros?


Yo quiero construir mi casa sobre la roca. Quiero establecer relaciones verdaderas, quiero conocer a las personas y que ellas me conozcan. Dios dame un poco de tu sabiduría, ayúdame a no conformarme a este siglo.



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