viernes, 4 de marzo de 2011

Mauricio

Se abrieron las puertas del metro, estaba en la Estación Plaza de Armas cuando lo vi.
Entré atravesando toda la gente y logramos saludamos y abrazarnos cálidamente, - de esos saludos que la gente se da cuando no ve a una persona conocida o querida por mucho tiempo.

Habían dos chiquillas a su lado, parecía que se habían hecho expectativas de él mientras viajaban en silencio, pero cuando escucharon nuestro, - su diálogo- , comenzaron a reírse despacito mientras nos miraban disimuladamente. Me sentí impotente, con ganas de retarlas por su grosera actitud..., pero preferí escucharlo.

Me contó fugazmente su vida por estos años, en que trabajaba, algo de su familia y que vivía en el mismo lugar, por ello se bajó en Santa Ana, la estación siguiente. Nos despedimos y ni siquiera pude invitarlo a algún lugar, se perdió con toda la gente, y mi corazón se apretó por la angustia, me sentí responsable de mi ingratitud, de haber perdido años, de establecer una amistad superficial con él.

Quiero que vuelvas otra vez.
Te buscaré...