viernes, 19 de marzo de 2010

Reversa

Él parecía distante y serio y yo sensible y preocupada.
Complicábamos y descomplicábamos las cosas...
Me miraba y yo me filtraba entre medio de sus pensamientos, sin encontrar respuestas. Derrepente sonrió y logré tranquilizarme momentáneamente.


Siempre había una piedra, una angustia, algo que obstruía nuestro andar. Me recosté sobre su pecho, y escuché un repiqueteo desde el centro. Siguió, seguimos.
El viento, las hojas, las flores, el pasto, las ramas, las nubes, todo danzaba, miramos lo mismo ese día.

Yo observaba detalles en su conducta, en sus movimientos... nada le decía, él se acercaba normalmente y yo guardaba todos esos momentos para mi, como pequeños bienes. Gastaba lágrimas pensando en el finito, no quería convencerme de ello y perdía tiempo precioso en predicciones.

Un día empezamos a compartir, conversar, leer, orar, hablar de nosotros - felicidad.

Un día le dije te amo.


Un día me dijo que me amaba.

Un día me pidió pololeo.

Un día me invitó al cine


Un día se sentó junto a mi.

miércoles, 3 de marzo de 2010

No soy igual

Mis vacaciones en Larmahue - Pichidegua, terminaban el día domingo 28 de febrero de 2010. El sábado 27, me levantaría tarde porque Jonathan - mi pololo- madrugaría para jugar los 3 partidos de su campeonato de Basket en el Gimnasio de Pichidegua. Así que me tomaría mi tiempo en la ducha, conversaría con su madre en el desayuno y me terminaría "El niño de pijama a rayas" de John Boyne. Iván y Roberto viajarían a Santiago, Iván estaba algo inseguro, pero de cualquier forma estaría ocupado como para compartir historias conmigo. Roberto estaba triste porque sus conciertos de Rock- Cristiano se suspendieron, pero aún así viajaría a Santiago ese sábado, por motivos totalmente distintos en su efecto.

Viernes 26
Mis libros y el baloncesto
En la tribuna estaba yo, mirando esos puntos y las jugadas que el equipo de John y John en particular hacía, me concentraba y reía de todos sus movimientos y hasta tenía pensado publicar por este medio algo relacionado con ese nuevo deporte que me motivaba.
Al termino del juego su padre nos fue a buscar en su furgón escolar y no como de costumbre nos fuimos temprano a dormir, ya que toda esa semana las horas de "acostarse" estaban entre las 4:00- 4:30 a.m. Ese dia tampoco hicimos devocional con John, preferimos hablar de nosotros. Cuando logré expulsarlo de "mi" pieza eran las 3:00 a.m y el apagó su luz a las 3:05.

3:34 - Sábado 27

Como si se tratara de un sueño me levanté de forma casi instantánea y no recuerdo en que momento me coloqué mis hawaiianas y me posicioné debajo de la puerta de la pieza en que dormí toda esa semana...
Pasaron unos segundos y nadie se levantaba, hasta que oí varios gritos que enunciaban mi nombre los cuales si lograron despertarme de ese gélido trance y comprendí además que aquel movimiento se trataba de un terremoto. El movimiento era incontrolable, fuerte, rápido - pero estaba tranquila.
John llegó a mi lado unos segundos más tarde, para apaciguar un miedo que no poseía, pero en que a medida no cesaba la sacudida y a su madre la dominaba la histeria, el miedo, los gritos, mis nervios y mi preocupación hacia ella aumentaban.


En la penumbra cesa el terremoto

Las demás actividades a seguir (a oscuras)se relacionaron con tratar de levantar y salvaguardar algunas cosas u objetos importantes, además de vestirse y recolectar agua que de manera evidente se necesitaría y escasearía quién sabe hasta cuando. Yo logré con la luz del celular de John recuperar mis anteojos, mi teléfono móvil y retirar mi equipaje a otro lugar.

Nos quedamos en el patio abierto de los Saavedra presenciando réplicas y dictando teorías del posible epicentro, al lado de la higuera con luna llena. John me acurrucó y cubrió con una manta y yo no podía sacar de mis pensamientos a mi familia y la posible angustia de mi madre en esos minutos en los cuales era imposible comunicarme.
La noche pasaba lenta, la aurora tardaba y preferí acostarme, como supuse lo estaba haciendo mi padre y mi familia en Santiago. Recordaba mi gato, mis amigos en el norte y el sur del país y no podía convencerme de que eso realmente se tratara de un terremoto, hasta la mañana...

En la mañana visualicé el fenómeno por completo. El panorama era desolador y angustiante, la mayoría de las casas construidas de adobe estaban destruidas, las calles agrietadas y mucha, pero mucha gente desmoralizada, a pesar de que ellos se mantenían con vida, era como si el terremoto se hubiera llevado su cordura, y los había relegado a un estado de shock y poca vida, donde gozo no prevalecía precisamente.
No podía comunicarme a Santiago, hasta que por enésimos intentos que John hizo, surgió el tono y hablé de forma rápida, nerviosa con mi madre, que también estaba nerviosa y lo único que quería era que nos reencontrasemos, situación imposible en los primeros días...

(...)


Mi retorno a Santiago no fue, ni será el mismo que haga en otras oportunidades desde el sur.
Dios tuvo misericordia como siempre. No soy igual.